El 26 de noviembre se realizó en el Hipódromo de Las Piedras (Canelones, Uruguay) la quinta edición de Julio en Noviembre, festival que honra al Varón del Tango en su ciudad natal.
Dentro de una gran noche de tango se presentaron entre otros Olga Delgrossi, Ricardo Olivera, Valeria Lima, Marisol Redondo y Gabriel Peluffo junto a un gran acompañamiento musical y artistas locales.
Comenzando con las actividades por las 20 ediciones de los Premios que se cumplen en el 2022, se le entregó al presidente de la Fundación Julio Sosa, Freddy González, el Premio Graffiti en Reconocimiento por su aporte a la Música Uruguaya a Julio Sosa, el primero entregado post mortem, para que forme parte del acervo del Museo Julio Sosa que se encuentra dentro del Hipódromo de Las Piedras.
Julio Sosa
Julio Sosa nació en Las Piedras en 1926, y falleció trágicamente en 1964, en la ciudad de Buenos Aires.
En esos 38 años desarrollo una intensa y brillante carrera, durante la cual cumplió con todos los requisitos para transformarse en un mito inolvidable, y pasar a formar parte (junto a Carlos Gardel) del Olimpo del Tango y porque no decirlo, de la cultura popular.
Se inicio en la orquesta de Carlos Gilardoni en la ciudad de La Paz y en junio de 1949 se mudó a Buenos Aires donde comenzó a cantar en distintos cafés.
Fue un letrista el que se deslumbró al escucharlo cantando en el café Los Andes y a los pocos días le presentó a Enrique Francini y Armando Pontier que, sin demora, lo sumaron como nuevo cantor en su orquesta típica en la que compartió micrófono con Alberto Podestá. Con ellos estuvo desde agosto de 1949 hasta 1953 y realizaron 15 grabaciones con el sello RCA Victor.
En 1953 se sumó a la orquesta de Francisco Rotundo y grabó 12 tangos en dos años para el sello Pampa. Afianzado, siguió en la orquesta de Armando Pontier (1955-1960) en la que grabó 33 canciones: ocho para el sello RCA Victor (1955-1957) y los 23 restantes con el sello CBS Columbia (1957-1960). Cambalache, Al mundo le falta un tornillo, Padrino pelao, Tengo miedo… por mencionar algunas de los tangos que inmortalizó Sosa en esa etapa.
Recién en 1960 se desvinculó de la orquesta de Armando Pontier e inició su carrera solista. Entonces buscó a Leopoldo Federico quien con el aporte de su bandoneón y orquesta dio inicio a un ciclo prodigioso en la carrera de Julio que comenzó a ser aclamado por el público. Llegaron las grabaciones de las exquisitas versiones de Nada, Qué falta que me hacés, En esta tarde gris y hasta el recitado de La cumparsita que pronto se convirtieron en éxitos indiscutidos. Permaneció junto a Leopoldo Federico hasta su muerte.
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